Pisa fuerte sobre el suelo
y marca bien tus huellas
deja que la tierra se encoja ante tus pasos
y su marca quede para siempre.
No te amilanes,
no temas.
No tengas miedo de pisar
sobre la tierra firme,
no pases de puntillas
por la vida que te toque.
Puedes parecer insignificante, simple
puede incluso que invisible,
pero no te engañes,
no dejes que la vida te engañe…
Y es que tu peso pesa,
tu cerebro funciona,
tus pies se mueven
y tu corazón late.
Has nacido, luego has existido
estás viviendo, malamente, lo sé
pero lates todos los días
con tus lágrimas aclaras tus ojos
limpias tu alma con tus penas.
Cada jornada beben tu sangre
se alimentan con tu existencia
de las alimañas eres pasto,
delicado manjar para bocas selectivas.
Pero:
¿De quien vas a ser mejor que de ti mismo?
¿A quien vas a satisfacer más que a tu propio ser?
¿Ante quien vas a tener que responder que no sea ante tu propio Dios?
Vuelve tu cara al frente
clava tus ojos en el infinito
deja que tu corazón lata alegre
y pisa fuerte amigo.
Clava los pies en el suelo
y deja que tu huella quede para siempre
porque al final, de ti,
solo quedarán eso:
tus cansadas huellas.
Intenta al menos que sean profundas.