no quiso la rubia de bote
irse sin cobrar su dote
de ese hermoso cipote,
que brindaba generoso a su escote.
sacando los inútiles cachivaches
que yacían en su bolso a discrepción,
tomando las de esquilache
en fila de uno los formó,
buscando la camisa estrusca
transparente y de poliuretano,
le dijo "adiós",apenada,a su fusca
y la despidió con la mano.
quedando solo el paciente,
haciendo de pavo la rueda.
mas para no quedar penitente
al espejo le hizo una mueca.
al lavarse los dientes,
encontró la sutíl moneda
que había dejado pendiente
el asunto con la rubia de estremera.
las dos bolsitas "durex" de cargo
fueron los testigos mudos,
que llenaron su boca de sabor amargo
y dejó su cipote hecho un nudo.
mas nuestro hombre pasmao,
poco a poco recuerda,
quien puso allí el guisao
que empezaba oler a mierda.
y como en la realidad virtual
las escenas se empiezan a programar
por su cabeza todas juntas.
"yo contagié a la mujer que quiero
y ahora me pasa consulta
me pone los condones
a mí en la punta,
para coger camino de los doctores"
. . . . . . .