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Bajo la carpa infinita,
de un universo que irriga,
Con su flamante frescor
o calor como el hornillo,
Donde somos invidentes
o el mas digno lazarillo,
Sin detener nuestra marcha,
con tesón para que siga.
Allí.somos tan inmensos
y menudos a la vez,
Como la espiga y semilla,
en su agreste convivir,
Acoplando galardones,
que asilan nuestro existir,
En la profusa opulencia
o el rejón de la escasez.
Y nos vamos adentrando,
sin los hitos rebasar,
Intentando el intermedio,
para no malograrnos,
Como una recia hormiguita,
mudando su inmensa carga
Buscando de rama en rama
Acariciar nuestro andar..
Emulando su fiereza,
su valor, su gran luchar,
Para arribar victoriosos,
para poder desplazarnos,
Para poder continuar
Venciendo la adversidad.
Por los senderos mas bellos
o por una ruta amarga.
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