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Sediento de palabras llamadas verdades
Se encuentra un sordo ciego con resignación
Escucha los gritos de odios reales
Pidiendo disculpas a su corazón
Ignoran la culpa de ser materiales
Carecen de gracia en su corta función
Si pudieran oír la razón de sus frases
Vivirían menos vidas pidiendo perdón
Declama su día, cuando este renace
Transcurre así en versos de gran sensación
Se pone en la tarde su humilde ropaje
Y llegado el ocaso da un paso de amor.
Camina el tranquilo, entre guerras y males
Nadando despacio en un cielo interior
Pues ya cada ser sentira lo que hace
Y hará su regreso con la conclusión.
POR: MARIO ALEJANDRO VALDERRAMA (HANSEN)