Tu amor perseveraba

Una tarde de verano
caminaba sin rumbo.
Me senté a descansar
abajo de aquella encina.
El calor era abrasador,
la sed me asfixiaba;
debilitada y abrumada,
las fuerzas me faltaban.
El estrépito del mar
penetraba en mi alma
para seguir agitándola
en vez de complacer.
Aquel azul tan intenso.,
lo pude ver en las aguas
como si fueran espejos;
sus destellos me cegaban.
Al momento llegaste tú,
diciendo que me querí­as,
que tu amor perseveraba
y que jamás lo desterraste.
Mi corazón se resistió:
no te entregué mi querer
al no sentir esa emoción.
Te quedaste preocupado.