Estás en mi,
caminas con mis pasos,
hablas por mi boca,
miras por mis ojos,
estás en mi,
como un torrente de lluvias,
te habito,
me habitas,
te tengo,
me tienes.
Y nos quedamos en nosotros.
Nos bebemos el aliento de nuestros besos,
nos dormimos en la sombra del olvido,
y despertamos entre murmullos de rosas,
como cada aurora.
Estás en mi,
como un temblor de álamos,
como un juego de sombras,
que burlan el aire,
jugando con la luna,
deseando mis labios,
como sueños de agua.
Estás en mi,
con tu invisible quietud,
con esa melodía que ya no esperaba,
con ese silencio sin tiempo,
donde el cuerpo es la pregunta,
y a la vez,
es la respuesta.
Entonces,
como nubes de pasión,
como ternura de música y sueño,
nos acercamos,
y quedamos unidos,
como dos oscuridades enlazadas,
cuyo origen es la misma sombra.