No sé si sabes que eres
como el viento que sopla sobre la profundidad de barro,
aunque, alguna vez, llegues a pensarte
como una metáfora sin lodo o sin paraíso de acuarela.
Eres, en la concavidad del tiempo,
como una alegoría del universo en miniatura:
un insondable abismo en las corrientes de las ideas. Eso eres,
aunque un lábil pensar eructe tu sombra como vapores de escarchas,
y tú mismo, como un baldío de misterio
te nombres, estrictamente,
sólo preguntas sin respuestas.
Entonces, aún, no te atreves a socavar los muelles,
pues, rebulles, como delfines en las aguas de los mares de siempre,
con las máscaras en fiestas de carnavales.