Puedo decir, hermanos, que la vida es preciosa,
que los momentos dulces se arraciman y entrehilan
y que entre las orillas fértiles de los ríos
que abren el corazón más divino de Egipto,
no hay pirámide tan grande ni reina
más hermosa que Néfer, celebrada en mis sueños
y amada entre mis brazos; Nefertari en su templo,
en mi corazón, Néfer. Que la vida es preciosa,
disfrutar el presente, sentir que no tenemos
prisa, que el tiempo es nuestro y que el resto no importa.
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