Lunas que se duermen en tus tribulaciones,
pequeños engranajes royendo la carne de tus piernas,
sobre tu piel, hordas de caricias sucumbiendo a los deseos
y a los apetitos.
Nubes de papel horadando el pasado
y tu imagen que se viste de historia, arremolinándose
entre tus sonrisas y entre mis fracasos.
En tus dedos que juegan sobre la niebla, se han posado
los vestigios de iracundos movimientos, que
embisten a las ventanas y a las flores marchitas.
Hojas de acero caen desde los árboles,
cubriendo el suelo, oscurecido ya por las luces del invierno
que agoniza.
Verte jugar con mis dolores, recompensa las ausencias
y las angustias, revitaliza las ambiciones y ensombrece
los ánimos.
Verte vestida con mis pesares, consuela los insomnios
de redundantes e intoxicadas madrugadas.
Verte caer dormida, entre los brazos de la lluvia,
revindica mis peores pesadillas.