Esperaba el momento oportuno,
era su tiempo ahora,
atrapada en grandes glaciales,
palpitaba su corazón en otro tiempo,
otro espacio,
otra galaxia,
en los días de Luna llena su metabolismo parecía explotar,
se acercaba su vibración al código preciso,
tan sólo un número de vida lanzada al Cosmos,
generaba la apertura al caos primigenio,
la exaltación lo generaban los buscadores,
los alquimistas,
los muertos de la penumbra,
los chamanes con sus cánticos lóbregos,
las almas de los condenados,
la piedra sangrante de los sacrificios,
recurren a rituales que harían retroceder a la misma muerte,
tan espeluznante el sonido,
el llamado como mil voces,
cascadas de fuego y lamentos,
terribles cánticos a los Padres de la humanidad,
a sus Dioses sagrados,
los que viven en el caos,
que se alimentan del líquido vital: la sangre de los condenados.
El sonido que sale de su boca,
no puede ni debe ser escuchado por ningún mortal,
la locura arrastraría al pobre que lo escuche,
entre la sombra de la noche,
y el grito del lobo,
sobre la piedra del sacrificio vuelan los murciélagos,
los reyes de la noche,
la criatura es un ente demasiado perverso para vivir en este plano,
su energía sale de las entrañas del caos,
la matriz original de la galaxia,
la que consume la materia de desecho de la creación,
es demasiada perverso para tener nombre,
vive en la oscuridad absoluta,
He escuchado su llamado,
un sonido maldito, su nombre es un código de alerta a la humanidad,
es una apertura a una puerta sagrada,
donde está escrito con caracteres sagrados el tiempo de la entrada de los antiguos Dioses,
el llamado de la criatura.