Úlitimo pregón

contra el reloj
esta batalla
contra sus prejuicios
y sus descaros
desearía desparramar
todos los minutos
del monedero casi recortado
sobre el mantel de sus insultos
y dejarlos secarse
o morirse de hambre
hasta escuchar sus últimos gemidos
contra todos los segundos
que conquistaste como Romeo
en la isla anhelante de sus sueños
contra ellos las armas los cañones
disparan sin remordimientos
el tiempo y sus heraldos
sus heraldos y sus lanzas
temibles adversarios para
cualquier recién nacido sentimiento
dañan y mutilan manos brazos
piernas labios dedos huesos carne
saciados con sus llantos
prefieren la soledad y la desesperanza
por eso mi batalla
no contempla suplicas de ninguno
ellos soldados de la muerte
dispararon sin piedad
y asesinaron los besos y las caricias
que habían nacido en libertad
buscad refugio segundos y minutos
de horas asesinas e implacables
la venganza está amaneciendo