Que triste condena que llevan mis heridas
altares de fuego cruzado y y el desvelo
de una picana atenta...una búsqueda y la vida
envuelta en la camilla, de sueño y terciopelo,
que pertinaz corriente que al cuerpo le resulta
vagamente feroz y en sumas...conocida,
la costumbre de aquel ruido, el chasquido y la
culpas,
borbotones tan míos, de la pasta enmohecida,
que triste condena se refugia en mis adentros
la cúpula sangrante de los penosos suspiros,
el aroma a piel quemada...la gota de un lamento,
y el inhóspito pensar de como te hube perdido
de como te fuiste de las manos de mi trinchera,
a veces pienso en mis culpas..otras tantas no las olvido...
el haberte dejado sola...el dejarte ir aunque no quieras,
y otras tantas, me aturde ese fantasma herido
entre los gritos ausentes, de tantos
mensajeros,
hoy me vistes con tus nubes, me proteges sin derribos,
me regalas la disculpa...aunque sabes que me muero,
me contienes en el alma...y no siento tus latidos.
"...y esta culpa vivirá conmigo..."
25 de febrero de 1977.
Enhorabuena Dany, el dolor del remordimiento es pertinaz aunque el pecado sea perdonado el pasado y los errores no se pueden cambiar y nos duele pensar que debieran haber sido "No pasado" Te dejo 10 dolores que más no he podido Hales