Te quiero madre...

Tantos versos te debo,
tantas canciones y letras,
tantas cosas bellas,
que este sentimiento que expreso,
lo mereces, pero con mejores galas;
quizá con otra mano más experta
que cree las justas palabras,
a mi madre, que sin ser perfecta,
no hay reproche que le deba,
mas bien sonrisas y mis metas.
Fuiste mi primera mano,
fuiste mis primeros besos,
recibiste mis mejores sonrisas,
acunaste mis repetidos llantos;
Convertiste mis pasos en corredor,
mis copas llevan tu nombre
mis primeras fiestas tu pasaporte
hasta desperezarse el sol.
Te juré amor eterno,
te odié en algún momento
la vida fue fluyendo
y mis miedos muriendo;
No los maté con mi espada,
fue el escudo que me dabas,
me hice fuerte a tu lado,
libre, orgulloso, extraño.
Siempre a mi vera, siempre cerca,
al borde de mi muerte,
al hacerme heridas leves,
incluso cuando odié mi suerte.
Me mentiste para no tropezar,
montaraz de mis pasos,
Quevedo de mis defectos,
me alababas en silencio.
En aquellos momentos difíciles,
eres medicina de reyes;
el mero hecho de oírte,
pensarte o verte,
impide que mi mundo se desmorone.
Desgraciados los galenos con sus carreras,
tened a ella con sus conocimientos de sabio
tantos campos dominados
y ninguno eternamente valorado.
Diplomática de la casa,
ministra de los humos,
administradora de tozudos,
juez de las disputas,
receta de los decaídos,
gourmet de la cocina,
baúl de los recuerdos,
diario de recordatorios.
Te amé desde el principio,
te pedí que te casaras conmigo,
te reías al escuchar mis elogios
pueriles reverencias con cariño.
Ahora son las mismas silenciosas,
en puño y letra las grabo,
sin embargo quedan lejos
de corresponder a tu persona
divina, amorosa, preciosa.
Te quiero madre, jamás olvides,
quiero evitar marcharme
sin decirte cuanto te quise,
cuanto lo hago y cuanto lo hacemos.