En el mundo lejos divagaba,
Golpeado y vituperado sin tu amor
En las noches desesperado lloraba
Y de tu presencia sentía temor.
Sabía que nada estaba conforme,
Mi alma no encontraba reposo
Cargaba en mí existir un peso enorme,
Miraba a mí alrededor y todo era tenebroso.
Nada llenaba este desierto,
Parrandas, mujeres a montón
Todo ante ti señor estaba descubierto,
Agradecido estoy por tu perdón.
“felicidad” momentánea
Ofrecía me el mundo sin igual
Todo llegaba con etiqueta instantánea,
Lejos de ti no encontré amor ideal.
Eterno Dios acepto,
Tu soberanía en mi vida
Hoy reconozco que fui un inepto,
Purifícame señor, como ofrenda mecida.
Autor: Ángel R. Anaya Puerta
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