estaciones del alma

Verano
Desde mi patio atisbo un nuevo día,
Miro pasivo el intenso color.
Un silencio dueño de mi dolor,
Trepa lento por mí melancolía.
El sol rojo sus rayos repetía,
Sobre el gris musgo, todo su fulgor
Pero el alma tibia por el calor
Dormitaba serena y se fundía.
El insecto de la siesta zumbaba
Su canción infeliz, en el lejano
Pedregal donde yo sólo esperaba.
Para morirse resulto temprano,
Que hasta mi loco corazón ansiaba
Renacer en el calor del verano.
Otoño
Por suerte la hoja cayó de la rama
En vestigios del estío febril.
El almanaque recitó un abril
De árboles desnudos para la trama.
Me senté a orillas de la gran llama
Que toca melodías de un atril,
La música sonó aciaga y hostil,
Engalanando taciturno drama.
¿Por qué no ser como la planta vieja?
Que a pesar del tiempo crea retoños,
Que a pesar del viento nunca se queja.
¿Por qué no ser como el árbol bisoño?
Que de sus ramas, hojas caer deja
Para que lo cubra, al fin, el otoño.
Invierno
Pero uno es solamente un ser sombrío
Que habita en la nostalgia y en la pena,
Que hace suyas las tristezas ajenas
Tal vez para no sentirse vacío.
Yo sé que el recuerdo no es sólo mío
Pero el pasado a cada rato estrena
Noches oscuras (de polvo y arena)
Donde uno puede sentirse un ser frío.
¡Que delirios abrigar soledades!
¿Será siempre nieve el dolor interno
Y las tristezas serán tempestades?
Uno siempre anhela que el frío eterno
No tenga con el alma salvedades
Para acostumbrarse a tantos inviernos.
Primavera
Pero un día cualquiera el tallo brota
Y con el las esperanzas dormidas
Para que soplen su hálito de vida
Sobre aquellas cosas que estaban rotas.
Y hay colores y hay alegrías, notas
Que por el aire se escapan perdidas
Y mi alma que se siente desvalida
Se sacia del rocío y de las gotas.
El aire de la mañana es mas claro,
Son más intensas las enredaderas,
Todos los verdes son un lindo amparo.
El capullo se abre, se abre la espera,
Hasta los corazones laten raros
Cuando por fin llega la primavera.
Conclusión
Así al pasar hojas del calendario
Van pasando también las estaciones,
Cargadas de tristezas y pasiones,
Repletas de placeres y calvarios.
A veces se anochece solitario
Mendigando caricias y canciones,
Al despuntar el alba, las visiones
De la noche, son un mal necesario.
Pero igual uno necesita estíos
Para poder descongelar los huesos.
Para no sentir necesita fríos.
Y con el otoño perder la calma
Y con primaveras ganar los sesos
Para entender los vaivenes del alma.
Sergio Damián Vidal