Al anochecer de un día caluroso,
balanceándome en la mecedora,
a la sombra de la noche,
en un cielo tachonado de estrellas,
mi mente cabalga sin cesar.
De pronto un estallido de aroma peculiar,
invade el jardín, allí donde los crinos forman su altar.
Es el reventón de pimpollos
que dan al lugar su presencia,
al nacer cinco penachos perfumados
en cada vara de las plantas de mis sueños.
Aroma infinito invade el lugar,
acelerando mis sentidos,
en sueños que desde niña,
resultan inconfundibles
ante semejante detonación de belleza:
son las flores que alumbraron a la vida
como bebes que abrazan el mundo,
entonando bellos cánticos aromados
de espléndidos efluvios inimitables
que transportan el discernimiento,
hacia el infinito. Mecha Foderé