Tal vez el amor

Cómo podrí­a ella imaginar
que unas diminutas gotas de agua
cambiaran el destino de su vida.
Allí ­estaba él, se acercó, preguntó:
¿Qué es lo que pasa aquí­?
En ese momento la miró;
fue como si una ráfaga
de aire caliente los hubiera
invadido a los dos.
Él se quedó petrificado:
no dejaba de contemplarla;
ella no podía articular palabra.
El timbre de su voz
sonaban en sus oí­dos
como dulces notas celestiales;
habí­a avivado algo dentro de su ser,
tal vez el "amor."
Dime, ¿cómo te llamas? "María".
¿Qué bello nombre tienes?
Me recuerdas a la Virgen que venero,
la que cada día escucha mis plegari­as.
Con tu sencillez
has cautivado mi corazón
entrando de lleno en mi alma.
En aquel instante vivieron en secreto
aquella pasión que los desbordaba;
ya nunca consiguió olvidarlo.