Infeliz caballero de cara pálida,
de mirada perdida y enajenada,
fatigado, orinado como tu espada
te has quedado a la orilla de senda escuálida.
¿Dónde está tu sonrisa fragante y cálida?
¿Dónde el sueño de gloria de tu alborada?
A mitad del camino, desorientada,
se quedó tu energía laxa e inválida.
Flagelado, humillado vas por las calles
todo sucio, harapiento, roto, marchito
como un Cristo a la cima de su Calvario
y tu voz lleva el viento sobre los valles,
más que voz, alarido, lóbrego grito
exhalado en tus noches de funerario.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC