LA HOJA Y EL AMOR DE ESPUMA

La hoja y el amor de espuma
De: Eliad Jhosué Villarroel
Para CLEY BUSTAMANTE la mujer que amo de corazón…
El querer es como una hoja que navega sobre las olas del mar, no tiene destino, no tiene hogar y no puede parar, su transitar sobre las crestas salubres del ancho océano y su horizonte sin final, es como un alborotar del viento enloquecido que besa con pasión las ondas marinas, las abrazas con ligereza, las hace suya, les dice que las llevara donde él quiera y la mar contenta de brazos del viento se deja llevar, mientras viaja enamorada de aquel viento juguetón, romántico y caballero, la hoja solitaria ve aquel remolino romántico y llora lagrimas de sal, entonces piensa en su destino y se siento sola entre tantas aguas que la abrazan con ternura.
Un remolinillo de viento intenta retar al viento, con su espiral de nubecillas de aguada y el viento se lo engulló de súbito y el dirigir el molinillo incrementó su fortaleza para guiar la mar donde se proponía, tenderla sobre la arena y hacerle un amor de espumas.
Pasando los días la hoja se entristecía y se desteñían los colores de su aventura, en su extenso viajar pudo ver como el viento amaba y hacia suya miles de veces al mar con su amor de espuma y vio a la arena servir de colchón a tantos encuentros y a las palmeras como guardianes de aquel reinado de pasión, guardaban silencio y sonreían en secreto con el sol. Las palmeras danzantes respetaban al viento con honores pudientes, temían a su furia y a sus juegos desastrosos.
Y así pasaron los meses y aquella hoja tierna se desgastaba, causado por el cristal de cuarzo de las partículas de sal que horadaban su cuerpo con el salitre costurero, en igual por el abrazar contante de las olas amantes del caballero acosador y el vaivén de aquel viento loco y soberbio que quería hacer el amor a cualquier hora…
Un día la hoja cansada de tanta soledad y de aquel romance entre el viento y el mar sintió envida, fatigada, exhausta y sin poder dormir en tierras cálidas, le dijo al viento.
-¡Amigo viento, estoy sola!
-¿Sola? Le respondió el viento,
-Estamos contigo, yo, el mar, el sol, los peces, los corales, las estrellas marinas, las del cielo, la luna, el horizonte y las palmeras.
-¿Qué más quieres?
La hoja lo miro tristón y le susurro llorando lágrimas de sal.
-¡Estoy sola!
Así estuvo días repitiendo aquella soledad viajera, aunque tenía compañía en su marcha sin destino, sin embargo, carecía en verdad con quien compartir sus virtudes, su vida, su esperanza, quería ser amada como el mar y mientras dolida callaba, mecida con lástima por las olas, suspiro de muerte.
El viento angustiado viéndola morir le dijo:
¡Espera!
Y ella mirándola con los ojos fallido no le contestó, la soledad y el silencio, la falta de compartir y de observar como otros se amaban, la hundían a su destierro final.
Y el viento dejo de besar a la mar y le susurro tiernamente:
-¡Espérame amor mío, confía en mí¡
Y la mar se despidió triste expresando con ternura,
-Te esperare amor mío, confío en ti, ve, no me importa donde vayas, yo sé que me eres fiel, ¡También lo soy para ti!
Le mascullo el viento con una sonrisa enamorada.
-Gracias mil amores de agua, me voy tranquilo porque sé que tu fidelidad es mutua.
Te quiero, le dijo bullanguero para finalizar aquella despedida y posando un beso en los labios de aquella mar encinta, salió juguetón, bailando y danzando sobre el ombligo de su amada, hasta que se perdió en el horizonte índigo.
Pasaron los días y el mar estaba tranquilo, no había olas ni espumas y las palmeras estaban sobrecogidas, en silencio, nada se movía. El sol le pidió a sus señoras, las nubes que lo abrigaran para evitar quemar a las palmeras y a la tierra por la falta de la frescura del caballero viento. Mientras tanto, la pobre hoja fallecía y la mar inquieta la mimaba, le daba fuerzas, pero la hoja se extinguía.
Un viernes como hoy en horas de la tarde, se escuchó una algarabía, las palmeras se movían y danzaban, la arena se levantó entusiasmada y abrazo para saludar al viento que llegaba fatigado de su largo peregrinar, la mar se sobresaltó de emoción y en el cielo oscurecido el sol le dijo a las nubes que se apartaran para ver lo que sucedía y al posar sus ojos en la tierra todo se iluminó.
El caballero viento traía en sus manos un bojote de miles de hojas de toda clase y cuando se acercó sobre el ombligo quieto de su amada, las soltó sobre las olas y grito contundente y con alegría: ahí tened pequeña niña, hoja que viajas con el mar, juega con ellas, vive la vida…
Y la pequeña hoja camino sobre el mar y sonreía, y se junto con sus amigos para bailar, cantar y jugar y hablando sin parar, inundada de felicidad, le contó alborozada las aventuras del horizonte, el respeto de las palmeras y el amor de espuma. El viernes que antes era soledad de muerte, se transformo en vítores y en una bulla estridente que la mar y el viento brindaron llenos de gozo.
Fin
Esperen todavía no ha terminado: Entre la muchedumbre de amigos y amigas, la hojas encontró aquel amor con que soñaba toda una vida.
-Gracias señor viento le expresó abrazándolo con tierno aprecio y admiración
- De nada de dijo el caballero, para eso son los amigos, para amarse y ayudarse recíprocamente amada hoja, disfruta ahora todo lo que puedas, vive la vida…
Y el viento apasionado y como una candela, echándose sobre el mar continuo haciéndole el amor de espuma…