Con los ojos turbios, marcho tal vez más vacío que un domingo de tarde,
Apretando con estos dedos a medio afilar el consuelo de esta hoja,
Implorando en alguna resaca que no se duerman mis sueños cobardes,
En la noche, herida por un puñal esta balada negra se me antoja.
Vengo rebotando insomne como resorte contra filosas tristezas,
Justo me doy cuenta que el nudo de mi suerte nunca estuvo bien atado,
Si mis ojos quieren ver ojos que sean ojos de una dulce princesa,
El caballo flaco de pena que hoy me tira siempre anduvo mal herrado.