Dedico a la madre esta poesía
a la madre joven, a la madre vieja
a aquella que sufre y nunca se queja.
Ella con amor y siempre con ternura
le canta a su hijo que duerme en la cuna.
El hijo tan lindo, el hijo dichoso
de verla tan guapo, se llora de gozo,
si algo perturba tan débil criatura
el corazón en el pecho se marcha apresura.
Qué amor tan hermoso, qué amor tan divino
el que siente una madre, por todos sus hijos.
Esa madre joven ya está cambiando,
arrugas le cubren su cara y sus manos.
Sus hijos pequeños, ahora están creciendo
ya casi son hombres y mujeres modernos,
miran a su madre de distinta manera
esto es lo que trae esta nueva era
La miran con lástima, la miran con pena
ellos no comprenden que su madre es muy buena
la creen una antigua, no la creen moderna
pero sus ojos poseen la mirada más tierna.
El amor que sentía cuando estabas en la cuna
le ha ido creciendo y aún le perdura
sus ojos te miran con doble ternura
ella a ti te quiere, tú a ella lo duda.
Le hablas muy fuerte, le hablas con burla
su corazón resiste con mucha amargura,
ella lo da todo nada pide a cambio
y nosotros sus hijos, nos vamos alejando.
Y un día pensamos: ¿qué me está pasando?
del amor de mi madre me estoy alejando.
Ella nos lo dio todo, nos ha dado la vida
tratemos que a ella en lo que le quedan de días
le demos el gran premio que se merecía
queriéndola a ella como en la cuna, ella nos quería.