Finalmente deje de enviar las flores,
y no me juzgas, aprendí a cultivar
en tu corazón, también a reservar
en el mío lugar para grandes amores.
Solo busco la felicidad compartida,
donde uniéndonos impulsamos amor
fraterno, voy demostrando el valor
de mi sucesivo anhelo por la vida.
Hallé en tu sentimiento donaire
y, el mío sin camino surcó el aire
abrazando tu alma con cariño.
En tu cobijo, no sé de tempestad,
el amor nuestro no sabe de edad,
vemos creciendo feliz como niño.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
¡¡¡Otra vez tu grandeza,hace eco en tus poemas!!!....Que lindo es la dulzura,es la riqueza viviente de un ser....la felicidad compartida sacia todos los anhelos,levanta toda la gratitud,en el fondo de cada palabra y accion.....DIOS QUE TE COLME SIEMPRE DE GRACIA,UN abrazo Noceda,en el más fraternal de los abrazos,SOL