Afuera rugen los vientos
inclementes de la vida:
el hambre, la carestía,
la falta de caridad,
el crimen y la maldad,
la incomprensión y egoísmo,
la pobreza, el fanatismo,
y el olímpico cinismo
con el que algunos tunantes
explotan a sus semejantes;
la estulticia, la impiedad.
Aquí, he construído un santuario
de paz, de amor, de bondad;
un refugio solitario,
un místico relicario
de silencio y soledad.
En él me refugio a diario
de la tormenta inclemente
que, con su furia creciente,
azota a la humanidad.
Son tiempos duros, aciagos,
el mundo en ebullición;
se vislumbran nubarrones
de inquietud y de pasiones
en total revolución,
de nefastas ambiciones
que llevan a los humanos
a su total perdición,
sin posibles soluciones
al alcance de sus manos.
Aquí, en el sitio secreto
que custodia el corazón,
con el ánimo discreto
impregnado de respeto,
de amor y de comprensión,
aún mantengo la ilusión
que alimenta mi esperanza;
aún diviso, en lontananza,
una posible salvación.-
Eduardo Ritter Bonilla.