Hay momentos en el cual la razòn
pareciera se obnuvila
y la descarga se proyecta
al ser màs querido.
¡Pero hay una dedo acusador!
una instancia en el susbconsicente
la que denota la falta y ensombrese
dejando tenso el ambiente
y nos produce torpeza,rabia e ìra.
Entonces, en un gesto silencioso
abrazamos y en un ruego musitado
descargamos nuestras culpas
y en este acto de perdòn;
tratamos de remediar,el dolor infringido.
Cuantas veces,en un afàn desmedido
queremos hacer de nuestros hijos
el espejo de nuestras propias carencias
e invertimos en esos sueños,
como si ellos no tuvieran nada que decir
menos saber de nuestros,ambiciosos proyectos.
¡Cuesta darles, el consejo debido!
la charla orientadora o la reprimenda justa;
cuando allà afuera ellos en su metro cuadrado
discurren sobre el tiempo en que viven
entre pitos ,bromas y fiestas
Y se les agota la paciencia
el respeto y deferencia
y nos vemos, como si fueramos enemigos;
el dolor se clava, es grito y es làgrima
porque cuesta compreder a los chicos
a nuestroa adorados, adolescentes hijos.
¡Hay dolores sin sentido!
pero hay tiempo de corregirlo
con muchas palabras de amor, abrazos y mimos;
y nunca olvidar que ayer nosotros tambien fuìmos
adolescentes hijos y queridos.