Calcinado camino de rocas tan pétreas
donde llora mi alma escondida y tan sola.
Silencioso descenso hacia el mar y sus olas
aprendiendo lo duro que destruye las horas.
Es allí donde nacen mis indómitas corazas
que se graban en silicio volviéndose una huella,
sin que nadie adivine como tiemblan los labios
cuando bajo algún toque de una daga certera,
se remueven dolores y sangran heridas.
Tan viejas como un roble segado y caído ,
tan nuevas como un brote asomado a la vida
Que pronto se yergue bajo el cielo infinito.
Olvidando suspiros y que hay fosas abiertas,
donde escapan volando pajarillos de sueños,
donde yacen de tierra enterradas, cubiertas
Las sonrisas tan puras que llegaron al centro;
del abismo que abre su bocaza de dudas
resembrando, cizañas donde había ternura,
Y callaron rodando horadando los surcos
dos perlas tan blancas de nácar y lluvia
que brillando como estrella que asomada al futuro, se queda aguardando en acompasada espera.
Deslizando al instante una cura perfecta:
donde el alma dormida abre puerta de olvido,
y se cierran las llagas y se olvidan las penas
suspirando tan quedo como el mar con la luna,
Como el agua que corre a regar los jardines
Y se llena de flores al calor de la bruma.