23 / II / 1979
Siento cómo mis ojos se abren,
cómo buscan el punto lejano, más allá de donde puedo mirar.
La luz el día
que regaba de cansancio mi agonía,
de repente ha se ha apagado
y con ella, la paz ha despertado.
Levanto la mirada
y creo ver en el cielo,
rojos colores
que despiertan en mí la fantasía
y la certeza de un mañana
que tan solo en unas horas volverá.
¡Tanta carga!
Que veo aliviada
con la serenidad de tenerte frente a mí,
inspirando a mi alma el sosiego
que en el día
no logro conseguir.
Maravilla que apenas apareces,
majestuosa en el cielo reflejada
y tan solo
un instante me acompañas.
Si pudieras comprenderme como amante
y detenerte un momento a consolarme,
pues tu luz,
consuelo puede darme.