Siempre estaré en tus sueños

Como explicarte la magia de los amaneceres, si cuando yo comienzo mi vida de vigilia, tú te sumes en mundos de sueños; que rareza tan grande la de estar unidos siendo de mundos tan diferentes; tú la diosa prodigiosa de la noche eterna, diversión sin fin, noctambula infinita, y yo sibarita del día, ojos que se abren con las primeras luces de la mañana, testigo permanente del nacimiento del sol.
¿Qué nos ha unido? Dime por favor, para entender por que no te dejo, por que no me voy. Que embrujo total me ha embriagado. Te veo sumida en el profundo abrazo de Morfeo y yo entregado a la vida. ¿Qué sueñas en tus sueños? ¿Es que quizás yo creo estar despierto y tan sólo te hago compañía? ¿Cómo saber cual es la vida? Si de tanto verte sólo dormida pienso como fue antes mi vida. Con una angustia enorme y como buscando respuestas, salgo de casa y camino sobre la hierba helada, crujientes se escuchan mis pasos al romper el cristal formado sobre el pasto, mis manos se agarrotan como buscando el calor que ese sol naciente aún no prodiga, es invierno y tú duermes, es de día y tú descansas. ¿Y yo? ¡Qué hago Dios mío! ¿Por qué tuve que despegarme estando unido? Caminaré derecho al barranco hasta caer al vacio, o subiré por invisible escalera hacia ese cielo mío. Debo volver a mis nubes a olvidar ese vacío. Dejarte dormir para que llegue tú olvido y olvidarme yo de lo que a tú lado he vivido, pero a lo lejos escucho un murmullo. ¡Si, estas despierta! ¡Y me llamas! Pero ya no regresaré, porque escucho lo que has dicho, lo que gritas sumida en un llanto: ¿Por qué Dios te llevaste lo que más he querido? Ahora creo verlo, pero sólo en mis sueños lo tengo conmigo…