LITORAL CARIBEÑO

Sobre la quilla, escritos números en blanco
fuera del agua salada, al sol permanecen
cortadas en dos sus chapas por un banco
coralino y al tocar los barcos perecen
náufragos en el mar del litoral caribeño.
De color arco iris los peces, usan de refugio,
convirtiendo con el tiempo en parte del coral
y le dan a la costa un toque de cierto privilegio
al protegerlas cuando azota el vendaval,
o abundante y rico alimento al ribereño.
Emplean los turistas de fondo en sus fotos,
abordan sin compliques chiquillos juguetones
que como liebres saltan: por los aposentos,
por el control de mando de serios capitanes
que al pasearse en puerto fruncen el ceño.
Y hasta los pelícanos le dan un vistazo
para en picada caer sobre distraídos peces
que entregan al polluelo dentro de su regazo,
el mismo recorrido hacen repetidas veces,
hasta que emprenden viaje a suelo norteño.
Han pasado muchos años, allí permanece
aguardando las albas de los amaneceres,
sus costados exponiendo al mar que los mece
o las negras chimeneas a los atardeceres,
escuchan gaitas de nuestro ritmo costeño.