Fuego contra fuego, me respondes y hasta tanto
veremos quien dilucida el secreto tan guardado,
amores de intelectos procederes tan gastados
cual investura espuria que le roban el encanto.
Virtuales recetas del llevarle vanidades al santo
en la liturgia plena de garabatos endiosados,
con sus manos ásperas, reliquias de pasados
que calan tan profundo al abrigo de sus mantos.
Fuego contra fuego! y el Dios que en sus riberas
sollloza alborozado su realidad de mustios días,
fuego en tu costal el de las enérgicas primeras
voces esperadas, por aquellas cuantiosas algarabías
que te regalaban una flor, en cada primavera,
y te robaban de mí, las pocas luces de energía.