Fue una noche mágica…
Prendida del negro vestido de la noche,
simulando un bordado de piedras preciosas,
llegó la magia, y de su encanto hizo derroche.
Fue una noche encantada…
La música danzaba al son de los arpegios,
mientras un dulce palpitar nos trasladaba,
al fascinante mundo de los sortilegios.
Fue una noche de hechizos…
Mientras bajo la tenue luz de las candelas,
dominados ya, por un lascivo encanto,
transformamos situaciones en obscenas.
Fue una noche sensual…
Se adueñó de nuestros cuerpos la lujuria,
en tanto, un exquisito deseo libidinoso,
nos obligó a amarnos casi con furia.
® Susana Valenzuela
09-11-09