Golpea, golpea duro la vida
con secos golpes de martillo
contra el yunque aplastado
por los llantos clandestinos.
Sin dinero, sin trabajo,
con el futuro secuestrado
por centuriones bendecidos,
rinde impotente la mirada
el pobre padre de familia
en la encrucijada de caminos.
Una vez más fue degollada
la hermosa tierra prometida,
convertida en prostituta
por los usureros malditos,
doblegadas sus rodillas
por los secos golpes del martillo.
La soga cruel del desahucio
resultó el verdugo elegido,
al tiempo que los buitres,
con sus uñas afiladas,
sobrevolaban el cadalso
para cobrarse su presa,
para engordar su cinismo.