Uno piensa que es eterno
en esta agitada vida
(sabe bien que no es así)
pero se engaña a sí mismo
haciendo planes y proyectos
para los próximos años
(diez, ó veinte, ó cien, ¡ó mil!)
sin pensar en que mañana
mismo, ó pasado,
podría ya no estar aquí.
Uno atrasa decisiones
que debió tomar ayer,
para "la otra semana"
ó para "el año que viene"
pensando, torpe, que tiene
veinte siglos por vivir.
Y en cambio, abriga esperanzas
de realizar mil proyectos,
todos ellos predilectos,
sin pensar jamás morir
"cualquier día" en nuestro trayecto.
Uno se siente invencible,
infalible, "indispensable",
pero habita un frágil cuerpo
CIEN POR CIENTO DESECHABLE,
efímero y vulnerable.
Uno es sólo el pasajero
de un viaje corto y mutable
y es por ello IMPOSTERGABLE
aprovechar el tiempo entero
antes de hallar, asombrado,
que de pronto ¡ya es muy tarde!
No acumules posesiones,
comodidades y bienes;
ni alimentes ambiciones
frívolas y sin valor.
Busca, en cambio, ser mejor
y valora lo que tienes.
Es lo que HACES con tu vida
lo que cuenta en realidad,
no la absurda vanidad
ni la fama conseguida.
No dejes para mañana
lo que puedes hacer hoy.
Vive con todo entusiasmo
(y con gran sabiduría)
cada minuto del día,
cada día de tu existencia.
Demuestra sabia paciencia
y una prudente alegría
por todo lo que recibes
en el momento presente.
Vive en serena armonía
el sendero que, algún día,
terminará-- ¡de repente!-
Eduardo Ritter Bonilla.