MI ÚLTIMO TREN II

En la estación, mi último tren aguarda,

susurrando un adiós en los rieles,

sus luces danzan, la noche abraza,

y en mi alma afloran sentimientos fieles.

El vapor que escapa, sutil, se eleva,

como sueños que buscan libertad,

y en mi pecho, nostalgia se lleva,

al partir, dejando mi soledad.

Las ventanas son espejos del alma,

reflejando recuerdos que se van,

paisajes, risas, penas y calma,

instantes que en mi mente quedarán.

Cruza por valles, montañas y mares,

el tren, llevando sueños y anhelos,

como un viajero que busca lugares,

y se pierde entre tierras y cielos.

Las estaciones son puertas del tiempo,

donde el pasado y futuro se abrazan,

cada partida es un dulce lamento,

y en cada llegada, el alma descansa.

Y yo, pasajero de esta travesía,

me entrego al compás de las vías,

abrazando la melancolía,

de un último viaje, al alba y al día.

El último tren, un símbolo fiel,

de que todo en la vida es pasajero,

que el presente es el único edén,

y que el amor es el eterno sendero.

Yace, en la estación, mi último tren,

me enseña la lección más profunda,

a vivir cada instante como un edén,

y a valorar cada historia fecunda.

Adiós, último tren, en tu partida,

me quedo con lo vivido y aprendido,

en el corazón, mi alma te despida,

pues cada trayecto ha sido bienvenido.

Autor: Ángel R. Anaya Puerta

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