El contorneo de tu cola

Apenas y cabías en la palma de mi mano
el día primero en que a casa llegaste,
se hacía para ti grande la palma de mi mano
que en ella fácil podías refugiarte;
si mi mano grande para ti me parecía
ya empezaba a presentir que mi pecho y corazón
pequeños quedarían para albergar tanto amor,
tanto amor que te daría, tanto amor que por ti sentiría.
Llegaste al poco tiempo que mi amigo comprensivo, cariñoso y divertido
por cuestiones y avatares de la vida ya había partido,
había partido para no verlo más, tan sólo en fotos,
había partido, partido mi alma que con él se llenaba de tanto gozo.
La primera vez que te vi tan tierna e indefensa
de ti se embelezó y enamoró mi ser,
tan igual como la vez primera que lo vi a él;
eras tan igual y tan distinta a él,
tan distinta en todo podría yo decir
y tan igual en todo, en todo el amor que me hacían sentir.
Te enseñé a jugar conmigo
me enseñaste a jugar contigo,
quise enseñarte cual era el sitio que en casa te correspondía
mas no pude, pues ningún sitio en casa te correspondía
te correspondía un sitio en mi corazón
en de mi alma cada rincón.
Si rompiste, destrozaste y malograste
cada cosa que por tus párvulos años se cruzaban
nadie tiene idea de todo lo que en mi vida edificaste
de todo lo que en mi alma remendaste con tu presencia tan sola.
Mi madre un beso, mi padre en mi corazón, mis hermanas un hola al llegar a casa
y tu la vida al llegar a casa;
muchos metros antes de llegar a casa
el contorneo de tu cola y tu ladrido
me hacían sentir bien recibido
que contraste a la tristeza que en la mañana
habías sentido cuando temprano yo había partido.
Y cada vez que a casa tornaba
eras todo un carnaval con el contorneo de tu cola
todo una fiesta con tu ladrido,
un festival con tus saltos y correteos que me hacías sentir tan querido.
Sin decir nunca nada lo dijiste todo,
lo dijiste todo con tu cola, tu correteo,
tu ladrido y el juguete que me traías
y pude ver en tus ojos cuanto me querías;
como ninguno me comprendías
y cada vez que te hablaba
sabía que me entendías
cuando con tu tibia lengua el rostro me acariciabas.
Recuerdo todas las travesuras que juntos hicimos
corriendo por la casa y el parque como dos niños,
contigo fui niño y padre a la vez;
si me hubieran dado a elegir entre tu vida y la mia
seguro que no hubiera podido decidir aún pensándolo más de una vez,
mas estoy seguro que si a ti te hubieran preguntado
jamás lo habrías dudado.
No permitías que nadie a mi se acercara,
y no sabes las tantas veces que yo luchaba
por corregir algunos malos modales tuyos
y las tantas veces que pedía te callaras
y no hicieras con tu ladrido tanto barullo.
Te enseñé a jugar conmigo,
y me enseñaste a jugar contigo
sin decir nunca nada, todo lo dijiste
y por cuestiones de la vida y avatares
ya no juego contigo ni juegas más conmigo,
mas me enseñas a componer este poema al fiel amigo,
y si ya nunca dirás nada
con tu ladrido ni con el contorneo de tu cola
hoy yo trato desde lo hondo de mí ser
de decirles todo a ti y a él
mis dos inmensos amigos
que la vida sin decirme nada de un momento a otro
los borró a los dos de mi vera
para transportarlos por siempre a mi alma entera.
Sabes, fuiste lealtad. alegría desbordante, sosiego
y en tus últimos días fuiste fortaleza por completo,
valiente como la fortaleza de tu alma tan sola
para enfrentar tu mal, y aún en tus momentos finales
al tan solo sentirme y apenas mirarme
seguirme regalando el contorneo de tu cola.