Tu mirada,
fría como la lluvia que sin piedad,
azota los mudos tejados donde anidan,
las golondrinas en primavera,
se clavó en mi corazón,
cerrando de golpe: Puertas, ventanas,
Ilusiones y promesas, que en el viento
un día llevarse quiso.
Tu adiós,
dibujado en el cristal como el vaho
de un suspiro, que poco apoco se licua
perdiendo su imagen, de un golpe seco y terrible,
borro todos los versos escritos
apasionadamente, sobre la calida textura de tu piel, las noches de luna llena.
Para siempre en el olvido quedaron,
los besos
entre el rumor de la fuente
y el canto alegre de los gorriones
disputándose una caricia, que nos robo
la noche.
Hoy,
escondidos entre los pliegues
de tu falda
los recuerdos dormidos quedan.