Encerrado por la opresión de los caprichos,
De un enfermo nacional socialismo,
Deslindado de su razón y origen mismo
Por afanes y deseos de hombres locos.
Solo por el hecho de ser un judío,
Me vulneran mi derecho a vivir,
Mi opción a con mis ideas disentir,
Con mi alma ardiendo en el infundio.
Miraba por la ventana como saqueaban,
Las casas de la gente y los negocios,
Se vivía un prefacio del infierno.
Muy lejos en un tren nos deportaran,
Con lágrimas de sufrimiento en los ojos,
Por no saber el destino de este camino.
Amigo Poeta: Me hace usted recordar a mi Cuba en los años sesentas cómo las milicianas socialistas entraron en el Colegio de monjas La Milagrosa el cual yo estaba. No se me quita del pensamiento como nos sacaban a malas palabras y a empujones a las monjas y a nosotras; niñas pequeñas en aquella época. Por desgracia su país es la copia al óleo del mío. Saludos y su diez, Ivette Rosario.