Atrapadas
en la cárcel del amor,
desterradas en el páramo
de las desilusiones,
incapaces de escapar
de su ingrata prisión,
aferradas a los gruesos
barrotes de los recuerdos.
Viviendo un tiempo pasado,
rumiando derrotas,
saboreando olvidos
en un insensato atesorar
momentos ahora perdidos;
no queriendo despertar,
prefiriendo el sufrimiento
en sus estériles gemidos.
Deambulan como fantasmas
las almas enamoradas,
respirando con dificultad
el viento arremolinado
de lo que hubo, en el pasado,
y que ya no volverá.
Ceguera en los corazones
aferrados a un amor
hoy reducido a girones,
tragedias del corazón;
buscando a ciegas y en vano
el calor de esa otra mano
que, como un ave viajera,
las condenó a vana espera
en un eterno abandono
y con un sórdido dolor.-
Eduardo Ritter Bonilla.