Ha retornado la dicha a mi esencia,
ya no es la musa un capricho soñado,
brazos de lirio muy suaves me abrigan,
como gacela sus ojos observan,
cual un gran rayo penetra en el centro.
Égida fuerza que trae consigo,
dulce es la amada que espera paciente,
fruto divino lo lleva en el alma.
Son sus anhelos cual oro que brilla,
y de la gracia se ciñe y sujeta,
rara belleza en el fondo estremece.
OH, cuan lejanos parecen los días,
que el corazón se batía en tormentos,
cuan grande gozo es tenerla a mi lado,
con su mirada de amante muy tierna.
Su rostro inclina y sonríe con ganas,
suena la lira en mi mente que sueña,
soy tan feliz como un ave del cielo,
es la alegría que inunda la vida.
Lupercio de Providencia