Había una vez vii, parte final...

Ambos lucían regios
Frente al altar
Y mientras se escuchaban hermosos arpegios
Nuestra princesa comenzó a llorar
Terminada la ceremonia
Bonita por demás
A la salida de la iglesia
Todo era alegría y nada más
Partieron hacia salón de los festejos
Y todo era felicidad
Solo se veían sonrisas reflejadas en los espejos
Más la princesa temía a la adversidad…
Ya avanzada la noche
Salio rumbo a los jardines
Y fue atraída por su pasado que la perseguía
Con iniquidad escondido entre las rosas y los jazmines
Si afuera estaba su viejo amor esperándola
Para darle la noticia que la haría pedir piedad:
La princesa sufriría
De la misma enfermedad
Que aquejó a su mamá
La desarrollaría
Al parir un hijo
Y se degeneraría
Hasta el punto, según dijo,
De una inexplicable locura desarrollar…
Y aunque las palabras retumbaban en sus oidos
En ese momento sacó fuerzas
De donde nunca tuvo
Y en su pecho empezó a golpearlo
Mientras el ría y lloraba
Al concretar su artimaña
Como pudo se soltó, pues el por los puños ya la sujetaba
El comenzó a reírse más fuerte
Y de pronto una sombra salió huyendo de repente
Alguien más estaba en los jardines
Y había escuchado a este príncipe irreverente
Ella se volvió con un brillo extraño en la mirada
Tan extraño que el retrocedió un paso tambaleándose
¿Qué quieres de mi?
¿Por qué haces esto?
¡No son ellos los que merecen tu venganza!
Cómo podía yo abandonarlo
Después de tantos años
En medio de las batallas que al reino estaban diezmando
Cómo podía desprenderme de mi hijo
El nunca me dejaría partir llevándome su único heredero, ¡a quien le dejará el mando!
Si te ame, y tuve que enterrar mi amor
Y olvidarme de mi misma
Yo también sufrí este amor
Cuando dijiste que solo era deseo
Que querías que hiciera yo
Además nunca leí la carta donde decías
Que la dejarías
Temía tanto correr tras de ti
Que jamás la leí
Hasta esa noche
antes del anuncio de la boda
Cuando al abrir,
Estando ya en mi alcoba,
Del joyero, ella sobresaltó ante mi
Haciéndome recordar la profecía que en otrora
Un viejo poeta dijera que se cumpliría
Por qué ahora lastimas tantos corazones juntos?
Tu hija, mi hijo, mi marido, a ti mismo…
Por qué no me heriste sólo a mí?
Por qué si dices que me querías tanto?
Por qué me tratas ahora así?
El se sintió sobrepasado…
Vio en su rostro tal dolor
Vio sus lágrimas
Y un temblor lo sacudió, sacándolo de su estupor
Ya no era hora de lamentos
Ya lo hecho, hecho quedó
Pero en ese momento comprendió
La locura de sus actos
Más no pediría perdón
No exigiría su parte del pacto
Pero, cómo deshacer tanto dolor?
Por todos los reinos marinos
Por todos los reinos alados
Qué había hecho señor?
De pronto la miro a los ojos
Y con exhalación
Tomó su espada y en el acto
Con su vida él acabó…
Un grito profundo
Detrás de ella se escuchó
Desgarrador…
Era la recién casada princesa
Que volvía de muerte herida
Si, había sido ella
La que huiría no hace mucho del jardín
Y arrodillada tomo la cabeza de su padre
Y agonizante le dijo
¡Espérame!
Me voy contigo
Es tanto el amor
Que por mi dulce príncipe siento
que prefiero morir ahora
Que condenarlo a tal sufrimiento
El mismo que otrora
Te vi a ti sufrir con tanto sentimiento
¡Jamás debiste urdir!
Esta malvada artimaña
En donde tu odio y deseo de venganza
Acabo con nuestras propias vidas
Dejemos a los inocentes con la esperanza
De que puedan algún día recuperar la alegría en sus vidas
¡Ya no hay tiempo para ninguno de los dos!
Y cayó sobre su pecho…
Un profundo silencio
Un frío inmenso
Si, el frío de la muerte
Que llegó…
Invadió todo el reino
Mientras que los pocos que quedaban
Se asomaban
Por balcones y terrazas
Las miradas de sorpresa
De terrible dolor
Fueron cubriendo los rostros
Alrededor…
Hoy todo está en calma
Dos príncipes
Padre e hija
Son enterrados sin alma
El la perdió al ejecutar su venganza
Ella renunció a ella por que su corazón amaba
Con tanta intensidad que prefirió para ella el suicidio y para su príncipe la libertad
Todos lloran
Nadie pregunta
Todos conocían la historia
Solo que nadie quería recordar…
Y un joven príncipe acongojado
Solitario en el monte santo
Derrama una lágrima de admiración
Por aquella dulce criatura
Que le entregó su vida
Por amor
FIN