Sentado en el umbral de la puerta.
Expectante, sombrío, impaciente,
esperando sin saber qué esperar.
Y pasan los días, y todos son pares
y yo jugando fuerte, nunca gano
sale la casilla no apostada.
Así en esta suerte que me ha tocado,
qué me puede sorprender.
La gente habla, se saludan
utiliza el móvil, pasean. Son felices.
Y yo sentado oigo el claxon
la vida se mueve para mí
la cordura vuelve a mi mente.
Me levanto,
un beso de buenas tardes es suficiente,
La comodidad del espacio me acoge.
El mundo ahora, mientras tomamos velocidad,
es espectador y me parece
sencillo, claro, cariñoso.
Entonces, ¿dónde está la locura?