Te ví fregar los trastos,
Tras la cena terminada,
Y estando aún cansada,
Dirigirte con los niños,
Acostarlos con cariño,
Arroparlos y leer un cuento,
Para luego en silencio,
Respetando el cansancio,
Poner fin a tú tarea,
Ya en el lecho yo te abrazo,
Como única presea,
Al saber que tú tarea,
Sólo una ley la reconoce,
La de Dios que te otorgase,
Al momento de nacer,
Tu sexo de mujer,
Y mil obligaciones,
Por ello en mi simpleza,
Tributo te merezco,
Ya que en mi vida de hombre,
Sin tenerte como mujer…
Sentido no le encuentro.