Por más que yo disimule, diciendo que no te amo,
Tú sabes que es mentira, no soy un hombre de esos;
Mis palabras son mordidas que brotan de mi corazón,
Al sentirse muy herido por tu cobarde partida.
Grita el alma muy sentida, por pérdida de un amor,
Mucho más si ese guardaba una potente ilusión;
Y todo lo que quedo sin lograr aclaración,
Son el eco enmudecido, que enmudeció a la razón.
Las palabras nunca dichas, y que guardaron silencio,
Son testigos, son lamentos, que abrazan una verdad;
Y por nada hay que negar, que se quedaron profundas
Encadenadas a la tumba, o la sombra de un tintero.
Por eso cuando te encuentro y mis palabras te expreso,
Mi amor que nunca fue necio, a ti lo hago vivir;
Y aunque sepa que es muy tarde, que ya no tengo esperanzas,
Algún día en un abrazo, yo te lo dejare sentir.
Pase el tiempo y nuestras canas, blanqueen las cabelleras,
No habrás de irte a la tumba y yo tampoco lo quiero.
Sin que mi boca a tu boca, le robe un último beso;
Y ojala que no suceda, siendo de los dos, el entierro.
Copyright "©" Derechos Reservados 2014
José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita