AMÉ TANTO A LA MUJER..........

Tengo motivos para llorar

pero no de arrepentimiento.

Que no puede ser pecado el amar

si en ello van tus sentimientos.

Yo amé a mi mujer.

A las otras también las amé.

Y por ello hoy me veo

solito y sin la dulzura

de sus besos que saben a miel.

Que mi mujer me abandonó

y las otras no tuvieron el porqué.

Pues de todas era sabido

lo voluble de mi ser.

  Pero quedó en mi corazón un poso

de imágenes y de recuerdos

que yo cuido cada día

y del que tomo el alimento.

Que aunque ellas se marcharon

en busca de su felicidad,

a mí generosas me dejaron

con sus recuerdos el rico maná.

Que es alimento milagroso

y del que nunca me voy a olvidar.

Pues sé que al tomarlo yo puedo

en latente felicidad,

alcanzar de Dios la promesa

de un día volverlas a encontrar.

Nos encontraremos en el cielo

etéreos y sin “mardá”.

Y allí nos amaremos

con sabor a eternidad.