Me gusta este entorno de mi vida,
aunque algunas veces parezca
tan irrelevante que me oprima.
Me gusta levantar mis párpados aún cansados
y contemplar tu despertar brillante,
mirándome con tu excelso amor a mi lado.
Me gusta mirar la cara de tus ángeles,
esos a quien haz dejado cuidarles,
esos que con tiernos besos me enamoran
y hacen preguntar: ¿Que hice para disfrutar de esta aurora?
Me gusta dormir desnuda,
recibir tu abrazo en las noches
mientras tus manos me arropan.
Me gusta cerrar los ojos ante la duda,
esperando tu sorpresa,
esa que siempre llega
y me abruma.
Me gusta que me atraigas a tu encuentro
en cualquier tarde en el silencio,
en cualquier canto escuchado
en aquel transporte público desecho,
en este lamento del alma
mientras mis lágrimas enjuagan estos trastos viejos.
Me gusta saberme querida
por la gente justa y sencilla
saber que reciben y admiran no el producto del limitado intelecto
sino las gloriosas notas que suelo lanzar al viento.
Me gusta ser la sonrisa
que alegra la vida sufriente de aquellos
que miran el terminar desperdiciado de sus días,
saber que toda yo, soy la ironía
y que nadie ha podido descifrar
el valor de mi osadía.