DEL MADERO AL NIDO

Con un madero amplio, algarrobo, cedro o pino,

construiré el tálamo de nuestros sueños compartidos.

Cubriéndonos con los brazos desnudos y las almas tibias,

bajo el manto luminoso de tus ojos de destino.


En la noche, enlazando las palmas sumidas, 

mis dedos de carpintero, 

los tuyos tan largos, que no hay salida de tus brazos. 

En el techo, mirando la estrella asida en muestras manos,

como una sola hoja de papel comprimida..


Del madero con vocación de hachero y

nuestras rodillas enredadas, cortando la soledad

en tajadas, con las caricias en incremento,

el frío se ausenta, casi exiguo, bajo tu mentón de alero.


Del hueco de tu alma emerge un punto cálido

cuando en mi pecho reposa tu cabeza en almohada, y

el silente silencio se enamora del momento de invasión,

el motivo de la acción es el instante válido.


En la piel del reposo descansa el vapor de nuestro halo

de cuerpos juntos, y de tu puño abierto de afable hada

vuela una golondrina, emancipada en medio de la nube

de abejas, rondando la colmena de nuestro lecho de miel, y

la mañana asoma, con la lana tejida en la velada.


Al estar juntos, los sueños son siameses del bruno.

El madero amplio, que ya es lecho unido,

detiene congelado el tiempo de lo oscuro al

ahora. construye con cada veta nuestro nido