Se abren las puertas azules de gloria,
música nívea nos llega de lo alto,
en los trineos que vienen felices.
El sol despierta en esa mañana,
prestas renacen las almas dormidas.
Rosas eternas pacientes confían,
abren sus hojas y pétalos blancos,
todas las flores reviven de pronto.
Luz invisible las cubre de gozo,
es incorpórea la esencia amorosa,
e intangible la paz que conmueve.
Y las palomas emprenden su vuelo,
hacia el confín de los mares que traen,
una esperanza de amor en la tarde.
Lupercio de Providencia