el vidrio empañado

Mirando a través de los ventanales
Adviertes mustias, que tus verdes ojos
No demoran ni un instante a la lluvia
Que cae gris sobre fríos cristales,
Humedeciéndote los labios rojos,
Destiñendo tu cabellera rubia.
Te ahonda la penuria del amante,
Te destroza no concebir la calma,
Sólo asomas una sonrisa de hielo.
Atrapas febril una luz errante
Y la atesoras para siempre en tu alma
Como el único brillo de consuelo.
La lágrima amarga que te mutila
Baja del iris a tu corazón,
Allí se detiene y allí te nombra.
Tu pupila no tiembla, tu pupila
Se apaga y no da ni un solo fulgor
Donde te refugias, entre las sombras.
El tiempo en tu espíritu es inestable,
A veces sumisa, a veces altiva.
Pierde la letra, se quema el libreto.
El rocío estival posa inefable
Sobre aquellos prados de tu alma esquiva
Que en algún destello grita el secreto.
Tu mente en un punto ha enloquecido,
Confunde lo real de lo irreal,
Confunde alegrías con la tristeza.
Tus labios rojos, tan enardecidos
Besan miedosos el frío cristal
Y el frío cristal no, ya no te besa.
Ahí escribes con tu pequeño dedo
Sobre el silencio del vidrio empañado
Que desdibujó tu cálido aliento.
Escribes cansina como con miedo
De atraer los fantasmas del pasado
Que soplaran sobre ti como un viento.
Brisas ardientes llegan del espacio,
Llegan como gotas que van muriendo
En el corazón frío de ciudad
Y tú cierras los ojos muy despacio
Pero la lluvia sigue al fin cayendo
En medio del frío y la soledad.
Sobre el silencio del vidrio empañado
De tus amplios y fríos ventanales
Muy lento se borra lo que esta escrito,
Como borrándose así tu pasado
Entre las sombras y entre los cristales
Que albergan a tu dolor infinito.
Yo solo paso mojando mis ropas
En frente al tremolar de tus cristales,
Tu figura leve se desfigura.
Yo paso triste sin vino ni copa,
Mirando a través de los ventanales
Las suspendidas gotas de amargura.
La lluvia de la noche ya no cesa,
En su raudo gotear se acrecienta
Tu cuerpo se aleja del ventanal.
Confundes alegrías con tristezas,
Tu espíritu sin calma se violenta,
Confunde lo real de lo irreal.
Humedeciéndose sus labios rojos,
Aún recuerda aquel gris del pasado,
Evocando el rostro duro del hombre.
Paso humedeciendo mis tristes ojos
Que perciben sobre el vidrio empañado
Como muy lento se borra mi nombre.