UN ARBOL TESTIGO

Pendiente entre las verdes hojas,

el aire jugaba, silbaba suave,

hasta que el labio en lo leve,

floreció al humo en bocaradas.

El aire entristeció blanquecino,

hinchando las verdes hojas a gritos,

al cual reverdecido tallo de besos,

abriese los ojos para ver afligido.

Un hombre tendido yacía dormido,

sobre una silla al vaivén profundo,

que aquietándose iba ya la vida,

al sentirse ella, deslucida, ultrajada.

una voz débil, balbucía de gemido,

como quien adolorido pide ayuda,

disfrazado, acercase el verde oído,

si, los pobres pulmones agonizaba.

Su corazón dejó de importunar,

la vida se rindió sin poder luchar,

ceniza, una, dos y mil colillas,

arenaba el piso de azul baldosas.

y una mano fingiendo ser viva,

sosteniendo malmirada su causa,

un cigarro humeante, aún luciente,

mostrando la calavera de muerte.

Dejando su amo frio y desierto,

al doblarse ya la mano rendida,

al humo de blancos dientes,

que reía de las tercas necedades.

a lo visto, los verdes ojos cerrasen,

un árbol de frondoso follaje,

doliéndole profundamente la savia,

el hombre y su necia ignorancia.

autor: Necho Vargas