A Rosa Amelia González Mariño, mi madre.
Soy, tal vez, un pequeño chico,
inocente aún de otro amor verdadero.
Vago todavía en el nido de mi nacimiento
teniendo el recuerdo vivo de lo materno.
Vivo recordando,
y aún perdura ese calor
que todavía no se ha perdido
en mi corazón herido.
Herido en el tiempo
que no la he visto ausente
del calor que me dio la vida,
y mira, sigo en el tiempo herido.
Se expira mi vida.
Es mi amor, la amo todavía,
o toda la vida.
Mima es amor cuando el amor se siente. Tinito la Calma.