Me asesinas cada tanto donde las sobras de la nostalgia pernoctan abismales entre las sombras de tantos adioses, y entonces jalas del gatillo de la melancolía, y sueltas irremediable el olor a pólvora de tanto recuerdo acumulado. Te desnudas con los grises de una añoranza, mentora indiscreta de los verbos que te suceden, y aún así, perdida entre las rutinas de temores insistentes, persistes con el homicidio de tantas cosas que no perdieron sus olores. Me asesinas cada tanto después de cada encuentro, como si fuese una cadena de flores exultantes, abriéndose paso entre los jardines de piedra del amor olvidadizo, y sin embargo... vuelves, vuelves con la marca de los dolores acumulados, entre tanto encierro de gastos y miserias, y aún así, con la piel marcada de seguridades, abrazas mis crepúsculos cada vez que la luna se suelta perpendicular a las miradas de las noches sin retorno!
Me asesinas cada tanto después de cada encuentro; sin embargo... vuelves, vuelves con la marca de los dolores acumulados. Placer de recorrer tus letras poeta. Felicitaciones. Un saludo sincero, gracias por pasar por mis escritos.